"¿Conseguiste todo?" le pregunté. "Claro", respondió, dejando escapar una cierta inseguridad. Melody nunca querría dejar esa casa. Era nuestra casa. Los desayunos en la cama, los platos de pasta caliente y nuestro árbol de Navidad. Pero los acontecimientos nos obligaron a dejar todo atrás, sin recriminaciones. "¡Entonces vamos, tenemos que darnos prisa!" le susurré al oído. Me miró y dijo...